Concrete poem Imagina la Igualdad

El personaje inventado de Conchita gana Eurovisión con su cuidada barba, su elegante vestido de sirena y su gran voz

La austríaca Conchita Wurst, el álter ego en forma de mujer barbuda del austríaco Thomas Neuwirth, se llevó el triunfo en Eurovisión en la gala celebrada hoy en los pabellones B&W de Copenhague, por delante de Holanda y Suecia.

España, representada por Ruth Lorenzo y su tema "Dancing in the rain", acabó en la décima plaza, en una votación en la que el dictamen del jurado profesional de cada país tiene el mismo peso que el de los respectivos televidentes.

En el año 2006, con su verdadero nombre de Tom Neuwirth, rozó el triunfo al quedar segundo en un popular concurso de nuevos talentos. Ahora, encarnando a su personaje de Conchita Wurst, es la nueva reina de Eurovisión. Tom Neuwirth y Conchita Wurst son la persona y el personaje. La segunda ha dado a Austria la victoria en Eurovision.

Con su cuidada barba, su elegante vestido de cola y su gran voz se metió con su "Rise like a Phoenix" en la final de Eurovisión.

Cuando el personaje está descansando, Conchita Wurst es Tom Neuwirth, un modelo y cantante homosexual de 26 años.

Tras quedar segundo en "Starmania", un programa busca talentos de la televisión pública austríaca en 2006, formó parte brevemente de un grupo musical.

En 2011 se reinventó a sí mismo y apareció en un nuevo concurso ya como Conchita Wurst: cuidada barba, maquillaje, pelo largo y elegantes vestidos de mujer.

Neuwirth explica que Conchita surgió como una respuesta a la intolerancia que sufrió de adolescente debido a su homosexualidad. De hecho, "Tolerancia" es el mensaje que resume el mensaje que quiere mandar.

Conchita, cuya ficticia biografía dice que nació en el altiplano colombiano, explica que el apellido Wurst hace referencia a una expresión en alemán que significa "da igual" o "me es indiferente".

"Al final da igual qué pinta tiene uno o de dónde viene, porque lo único que cuenta es la persona", explicó en una entrevista con el diario Kurier cuando fue elegida para representar a su país en Eurovisión.

Pero que "concha" sea una forma de referirse al órgano sexual femenino y que "Wurst" signifique también "salchicha" en alemán, abre la puerta a otra interpretación, sobre todo cuando ella misma asegura que su intención es polarizar y llamar la atención sobre la orientación sexual y el "ser diferente".

Lo que sí deja claro es que Conchita es una figura artística, el álter ego de Tom Neuwirth que, cuando no está actuando, anda por la calle sin zapatos de tacón. Y que Tom Neuwirth no es un transexual y se siente "cómodo en el cuerpo en el que nació".

El vuelo del fénix

Austria con Rise like a phoenix de Conchita Wurst es la flamante ganadora de Eurovisión 2014. Un país clásico y occidental, muy infravalorado y maltratado en el festival, ha conseguido la victoria cuarenta y ocho años después de su primer y, hasta la fecha, único triunfo. Una delegación que incluso se retiró tres ediciones, entre el 2008 y 2010, como señal de protesta hacia el sistema de votaciones. La medalla de oro de Austria demuestra que cualquier país puede ganar el festival, más allá de defectos geopolíticos del formato, cuando presenta una candidatura buena en el lugar y el tiempo adecuado. Eurovisión, después de varios escarceos en Escandinavia y más allá del este, regresa por fin al corazón de Europa.

El pasado 10 de septiembre, Austria anunciaba la elección interna de Conchita Wurst, después de tres años de finales nacionales. La artista ya era conocida por los eurofans por haber finalizado en segunda posición con el 49% de los votos en elÖsterreich Rockt den Song Contest, la preselección de la ORF para la edición 2012 del certamen de la UER, una de las mayores pifias de los procesos de selección de los últimos años. Su designación, una de las más tempranas, fue acogida entre el frío y el calor como posteriormente cada uno de sus pasos hasta el número 1. Unos alababan y otros criticaban su voz, mientras que todos, para bien o para mal, cuestionábamos su imagen, y dudábamos de su recepción en Europa. Su discutida barba, ni más ni menos poblada, ha sido exactamente la misma desde septiembre, con una tibia acogida, hasta mayo.

La posterior presentación de Rise like a phoenix fue el siguiente paso y golpe de efecto. Cuando todos esperábamos un schlager, típico y tópico, con mucha purpurina y más pluma, nos abofeteó con una balada clásica, elegante y exquisita, con reminiscencias a las grandes divas de las bandas sonoras de James Bond con Shirley Bassey a la cabeza, y una propuesta tan añeja como universal. El recibimiento, una vez más, entre el fu y el fa aunque la semilla de la sorpresa ya estaba sembrada.

No fue hasta los ensayos y, esencialmente, hasta la semifinal, cuando ascendió de la tierra de nadie hasta el top 10 y el segundo puesto de las casas de apuestas. Conchita Wurst no solo era un travesti, una barba, y una polémica. Tom Newirth, el creador de su propio personaje, también sabía cantar e interpretar de lujo. Rise like a phoenixganaba enteros en directo, con el talento artístico, y la fuerza escénica de su intérprete. La realización de la DR y el escenario del B&W Hallerne fueron el envoltorio ideal con unos planos, multimedia e iluminación perfectas, una actuación emocionante, original, nuevamente, sorprendente, el espectáculo que se ganó al jurado, el telefoto y los espectadores en directo.

Conchita Wurst no ha ganado Eurovisión por su barba sino a pesar de su barba. Austria no fue favorita en el momento de la elección de su intérprete, ni de su tema, ni en los ensayos, ni en las semifinales, solo fue preferida cuando deslumbró a todo el mundo con su magistral espectáculo. Cualquier interpretación posterior es buscar enmiendas a una victoria indiscutible.

La cueva mediática, la misma que solo se acuerda del festival al día siguiente de su final todos los años, ya tenía el titular perfecto. Los ilustres ignorantes que ni conocen ni ven el certamen han tenido la pluma más afilada que nunca para debatir sobre una barba, la cual justifica así la grandeza de su propia existencia, dando muestras de la estupidez e incultura reinantes en la prensa. Cuando un programa de la televisión pública se convierte en el programa no deportivo más visto del año y más comentado de la historia, los buitres de los medios de comunicación manejan los hilos de sus títeres en forma de periodista u opinador, la profesión de moda, vendidos al mejor postor. Nada nuevo bajo el sol, todos ya sabemos antes del final lo que van a decir, lo que van a defecar para vender más. Conchita Wurst ha sido el blanco fácil, la diana perfecta, la misma de todos los años independientemente de su protagonista, aunque no han sido pocas las voces que en esta ocasión se han alzado a favor, tanto de la artista como del concurso, una clara muestra de que Eurovisión está más vivo que nunca cuando todos lo daban por muerto y enterrado.

Lo realmente absurdo, más allá de gustos personales, ha sido la reacción en contra de un sector de los eurofans y homosexuales hacia Conchita Wurst. La primera y más extendida crítica hacia ella es su imagen. Eurovisión es un concurso de artistas y temas pero también es un espectáculo audiovisual. La imagen importa en el festival, en la música, y en cualquier aspecto de la vida. Absolutamente todas las personas tenemos un aspecto, natural o pretendido, único y personal. El juzgar o justificar la victoria de Conchita Wurst por su imagen no tiene más validez que realizar lo mismo con los 61 ganadores previos de Eurovisión, todos y cada uno de ellos un físico, una chapa y pintura, y un aspecto estudiado al milímetro. Su cara, en definitiva, es suya, ni mejor, ni peor que la de nadie, la que le da la gana desde su libertad.

Otro objeto de discusión ha sido su personaje. Este argumento es si cabe más ridículo que el anterior. Todos los artistas son un personaje, desde Elton John, Elvis Presley o Michael Jackson, hasta Britney Spears, Lady Gaga o Madonna, todos tienen una imagen, una actitud y una personalidad totalmente estudiada de cara a los medios y el público, algunos incluso muriendo a los pies de su propio alter ego. Nos escandalizamos por una barba pero no por las gafas de Elton, el tupé de Elvis, el vitíligo de Michael y todas y cada una de las excentricidades de las señoritas Spears, Gaga y Ciccone. Conchita Wurst es simplemente el concepto, la creación y la identidad artística de Tom Newirth.

Otros ataques han apuntado hacia su travestismo. A estas alturas un travesti en la música o en el festival no debería resultar llamativo para nadie. Lo impactante es la ignorancia popular sobre los conceptos homosexualidad, travestismo y transexualidad. Un travesti es un hombre o una mujer que, independientemente de su orientación sexual, se viste del género contrario sin necesidad de sentirse implícitamente como tal. El travestismo ha existido en todas las culturas desde tiempos inmemoriables. Conchita Wurst no ha sido el primer personaje de la historia de Eurovisión como Lordi (Finlandia 2006), Silvia Night (Islandia 2006), Wolves of the Sea (Letonia 2008), Rodolfo Chikilicuatre (España 2008) o Dustin the Turkey (Irlanda 2008), ni el primer travesti como Sestre (Eslovenia 2002), Verka Serduchka (Ucrania 2007), o DQ (Dinamarca 2007), por lo que su condición de ganadora no tiene relación con lo primero ni con lo segundo.

Un artista puede reivindicar con su trabajo pan o circo pero cuando reclama la igualdad por la orientación o la identidad sexual los abanderados de la moralidad se rasgan las vestiduras. Por una parte están quienes critican a las minorías sexuales, estos enemigos son habituales y reconocibles, y a la vez fácilmente rebatibles. Los peores son, sin embargo, quienes se esconden bajo su apariencia de falso progresismo y tolerancia, incluídos los homosexuales o transexuales para quienes la igualdad nace y muere dentro de un armario bajo una falsa cualidad de moda llamada discreción. Conchita Wurst no es abanderada del colectivo LGTB, ni de ninguna causa, simplemente su propio personaje es un alegato por la libertad de todos sin importar el nacimiento, la raza, el sexo, la religión o la opinión. Un argumento que ni a los gobiernos autoritarios, ni a las personas nostálgicas de tiempos pasados, ni a los individuos que se odian a si mismos por sus miedos o, irrisoriamente, su condición, les provoca el mayor de los odios contra la justa ganadora, por hechos y derechos, de Eurovisión 2014.

La Conchitamanía no ha hecho más que arrancar.

We are unstoppable.

Conchita Wurst advierte a Putin tras ganar Eurovisión: «Somos imparables»

Austria aplaude el mensaje de tolerancia que supone el triunfo de la «mujer barbuda» en el festival

El triunfo de la austríaca Conchita Wurst anoche en el festival de Eurovisión ha encumbrado al cantante travestido a ojos de los medios austríacos no sólo a la categoría de diva, sino de una defensora del respeto y la tolerancia que se atrevió incluso a lanzar un desafío al presidente de Rusia, Vladimir Putin.

«Somos imparables», proclamó Wurst tras su triunfo, al ser preguntada si tenía algo que decir al mandatario ruso y a su política de discriminación contra los homosexuales. «No sé si está viendo esto ahora, pero si lo está, le diría que somos imparables», declaró Wurst, una figura artística que combina una llamativa barba con vestidos largos, maquillaje perfecto y zapatos de tacón, creada por Tom Neuwirth, un cantante homosexual de 26 años.

Wurst destacó que la gala de Eurovisión es un mensaje de unidad, basada en «el amor, la tolerancia y el respeto».

Wurst recibió cinco puntos de Rusia durante las votaciones que le dieron el triunfo. Todos los medios austríacos destacan hoy en sus portadas el triunfo de Wurst, el segundo de Austria en Eurovisión tras el de 1966 de Udo Jürgens.

«Mensaje de tolerancia para Putin», destaca el Kronen Zeitung, el diario más leído de Austria. «Lágrimas de alegría y llamada a la tolerancia», titula una de sus informaciones la página web de la radiotelevisión pública ORF.

Alexander Wrabetz, director general de esta cadena que decidió que fuera Wurst la representante de Austria, una elección que levanto polémica en su momento, proclamó anoche que «Austria se vuelto esta noche más tolerante». Wurst no sólo convenció a Europa con su voz, sino que lanzó un mensaje de aceptación y tolerancia, según Wrabetz.

Ese fue también el reconocimiento que hizo Josef Ostermayer, ministro de Cultura de Austria, y que dijo que la victoria de Wurst es también un triunfo de la tolerancia en Europa.

¿Quién es Conchita Wurst?

La ganadora de Eurovisión es un personaje creado por Tom Neuwirth, un diseñador de moda y cantante homosexual de 26 años. Su victoria en el festival es un triunfo contra la discriminación

Conchita Wurst, la cantante austríaca ganadora del Festival de Eurovisión, dedicó su triunfo a quienes creen "en un futuro sin discriminación" y advirtió de que es también un mensaje a algunos políticos, como el presidente ruso Vladimir Putin.

"Lo de ayer no fue solo un triunfo solo para mí sino para la gente que cree en un futuro que funciona sin discriminación y basado en la tolerancia y el respeto", dijo Conchita Wurst en una concurrida rueda de prensa tras su regreso a Viena.

Conchita Wurst es un personaje creado por Tom Neuwirth, un diseñador de moda y cantante homosexual de 26 años.

Tras quedar segundo en "Starmania", un programa busca talentos de la televisión pública austríaca en 2006, formó parte brevemente de un grupo musical.

En 2011 se reinventó a sí mismo y apareció en un nuevo concurso ya como Conchita Wurst. Neuwirth explica que Conchita surgió como una respuesta a la intolerancia que sufrió de adolescente debido a su homosexualidad.

Wurst conquistó Eurovisión con una buena voz, un tema pegadizo y una estética provocadora: una llamativa barba que contrasta con su cuidado maquillaje y sus ajustados vestidos de noche.

La artista "alter ego" del cantante Tom Neuwirth fue recibida en el aeropuerto de Viena por varios miles de seguidores que no cesaban de corear el "Rise like a Phoenix", la canción con la que conquistó ayer el segundo triunfo de Austria en Eurovisión, tras el logrado en 1966.

Con el trofeo en la mano y repartiendo sonrisas y saludos, Wurst fue acosada por una nube de periodistas que querían captar su triunfal regreso a Austria.

Conchita Wurst afirmó ante los medios que su victoria es un mensaje a "algunos políticos", entre los que señaló a Putin, aunque insistió en que no se trata de abrir un debate de derechos humanos entre Europa y Rusia.

"La tolerancia no tiene fronteras. También en Rusia hay lugares donde soy muy bien bienvenida", dijo Wurst, que recordó que su actuación recibió de ese país cinco puntos, lo que muestra que "no todo el mundo en ese país tiene las mismas opiniones" sobre la homosexualidad.

Por eso, dejó claro que su mensaje va más allá de las fronteras y se dirige a "políticos que conocemos".

"Solo les quiero decir que, al final, el bien siempre gana y que somos imparables", declaró respecto a quienes, como ella, creen en la tolerancia.

Con todo, Conchita Wurst aseguró que no pretende ser una embajadora de la tolerancia sino solo poner su granito de arena en una tarea en la que, dijo, afortunadamente no está sola."Hay gente más poderosa que yo que podría hacer más. Pero a mí me dieron este don. Para mí es importante, y mi obligación como artista es trabajar en ese sentido", declaró.

Wurst también se refirió a las críticas que recibió en su propio país cuando fue designada para concursar en Eurovisión. Una encuesta en un diario sensacionalista de gran tirada concluyó que el 79 por ciento de los austríacos no estaba orgulloso de su candidata.

"Los comentarios en mi contra no me interesan. No me interesaron antes ni me interesan ahora", sentenció.

Austria International

Parecía cantado. Conchita Wurst poseía varios de los requisitos imprescindibles para triunfar en Eurovisión: un tema con crescendoépico, su buena dosis de polémica y una imagen claramente identificable (y por ende parodiable). En un certamen de música que, en los últimos años, ha alcanzado la categoría de fenómeno posmoderno, presentar a una diva barbuda vestida como una novia de Elie Saab es jugar sobre seguro. Cierto que Conchita tiene innegables capacidades vocales, pero su canción Rise like a phoenixno resultaba memorable ¿La prueba? Pocos eran capaces de tararear su estribillo una vez terminada la retransmisión del festival. Todo lo contrario de lo que sucedió con Euphoria, de Looren, ganadora en 2012, o con Diva, el tema que encumbró en 1998 a la transexual israelí Dana International. Pero, como gustan decir en los realities, el público ha hablado, y lo ha hecho alto y claro. Europa ha lanzado un mensaje a través de esta votación, que tal vez no se corresponda con el de las elecciones del 25 de mayo (o sí). A Europa le gustan las divas (un tanto sobreactuadas), le gusta la tensión dramática y las barbas. Y es tolerante. O eso dice.

Rosa López - Destino Copenhague

Polémica con Conchita

Y es que a pesar de que el Eurovisión siempre se ha caracterizado por sus mensajes abiertos y tolerantes, su participación estuvo rodeada de polémica, incluso en su propio país donde en solo un par de días más de 30.000 personas apoyaron la página de Facebook «Anti-Wurst». El presidente del partido austriaco de extrema derecha FPÖ, Heinz-Christian Strache, aseguró que encuentrana «ridículo» el personaje que encarna Conchita Wurst.

Pero no fue el único, sobre todo en los países del este de Europa. Rusia y Bielorusia, concretamente, con su característica intolerancia, llegaron a poner en marcha campañas para censurar la actuación de Conchita Wurst en la televisión, sin gran éxito. Incluso entre sus compañeros de edición hubo quien no vio con buenos ojos su participación. El representante de Armenia, Aran MP3, aseguró durante una entrevista en las semanas previas a desembarcar en Copenhague que «no es normal, es inadecuado (...) Con suerte, le ayudaremos a decidir si es una mujer o un hombre».

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